Tenés que elegir. Puede ser algo grande —un cambio de trabajo, una relación, un nuevo rumbo— o algo aparentemente simple como qué camino tomar en tu rutina diaria. Y sin embargo, ahí estás: paralizado. Dudás. Postergás. Repasás los pros y contras una y otra vez. Y mientras tanto, el tiempo pasa… y la decisión no llega.
No estás solo. Tomar decisiones importantes genera ansiedad, miedo y una sensación de estar atrapado entre lo que querés, lo que deberías, lo que esperás y lo que temés. En este contexto es entendible entonces afirmar que nos cuesta tomar decisiones.
Según un estudio de la Universidad de Harvard, tomamos alrededor de 35.000 decisiones por día, entre pequeñas y grandes. Y, paradójicamente, ese exceso de decisiones nos desgasta, nos bloquea y muchas veces nos desconecta de nuestra propia claridad.
Este artículo combina datos, psicología y reflexión para entender por qué nos cuesta tanto tomar decisiones, qué dice la ciencia sobre eso, y cómo podés empezar a recuperar tu poder de elección desde un lugar más consciente.

Contents
¿Qué pasa en el cerebro cuando dudamos demasiado?
El primer dato importante: nuestro cerebro no está diseñado para tomar infinitas decisiones por día. Cada elección —por mínima que sea— consume energía mental y emocional. A esto se le llama fatiga decisional.
Un estudio del psicólogo Roy Baumeister comprobó que la calidad de nuestras decisiones disminuye a medida que tomamos más decisiones durante el día. Es decir: cuanto más decimos “sí o no” a cosas pequeñas, más difícil se nos hace resolver lo importante.
Además, entra en juego la llamada paradoja de la elección: a mayor cantidad de opciones, mayor ansiedad y menor satisfacción. El investigador Barry Schwartz lo demostró en su famoso experimento del supermercado: cuando a los clientes se les ofrecían 6 sabores de mermelada, compraban más que cuando se les ofrecían 24.
📊 Dato clave:
El 84% de las personas encuestadas por la American Psychological Association (APA) afirman que se sienten abrumadas cuando tienen que tomar muchas decisiones en poco tiempo.
Datos que explican la dificultad al tomar decisiones

El problema no es solo mental. También es emocional y social. Según un estudio de PsychTests (2022), basado en más de 5.000 encuestados:
- El 76% de las personas que sufren de indecisión crónica también presentan altos niveles de ansiedad anticipatoria.
- 1 de cada 3 personas manifiesta temor al juicio externo como el principal obstáculo para decidir.
- El 62% confesó haber tomado decisiones importantes que no estaban alineadas con sus deseos personales, sino con lo que otros esperaban de ellas.
Además, la tendencia a postergar decisiones está directamente relacionada con la procrastinación emocional. Según el Journal of Behavioral Decision Making:
“Las personas que tienen dificultades para tolerar la incomodidad emocional (miedo, culpa, inseguridad) tienden a evitar decisiones, aunque eso implique consecuencias negativas.”
En resumen: la indecisión no es falta de inteligencia o capacidad, sino una combinación de factores internos que merecen ser mirados con compasión.
Factores emocionales que bloquean tu capacidad de elegir
💢 Autoexigencia extrema
Si sentís que tenés que tomar “la decisión perfecta” para no equivocarte, ya empezás con presión. El perfeccionismo paraliza, porque te pone frente a un ideal imposible. Ninguna decisión va a garantizarte resultados absolutos. La clave está en elegir lo mejor posible con lo que sabés y sentís hoy.
🔍 Miedo al error (y al qué dirán)
A veces no es la decisión lo que da miedo, sino las posibles consecuencias. ¿Y si me arrepiento? ¿Y si los demás no lo aprueban? Ese temor al juicio externo hace que delegues tu poder en otros sin darte cuenta.
❓ Desconexión interna
Cuando no sabés lo que querés, decidir se vuelve imposible. No porque no haya opciones, sino porque no hay una brújula emocional clara. La confusión no siempre es mental: muchas veces es emocional.
🧠 Agotamiento mental o emocional
Cuando estás quemado, cansado o estresado, tu mente no tiene espacio para procesar con claridad y nos cuesta tomar decisiones. Intentar decidir en ese estado solo aumenta la niebla. A veces, descansar primero es el paso más sabio.
Cómo recuperar claridad para tomar decisiones más alineadas
La claridad no siempre viene sola. A veces hay que crearla. Y se construye en espacios donde podés volver a vos, sin ruido, sin exigencia, sin tanta prisa. Acá van algunas ideas prácticas y humanas para empezar:
1. Creá espacio mental
Aunque parezca obvio: no decidás nada importante desde el cansancio o el caos. Dormí bien, andá a caminar, escribí lo que te pasa. Incluso una pausa de 15 minutos puede cambiar la calidad de tu decisión.
2. Practicá el journaling de decisión
Tomá un cuaderno y escribí sin filtros:
- ¿Qué quiero de verdad en esta situación?
- ¿Qué me da miedo?
- ¿Qué parte de mí quiere elegir esto y cuál no?
Al escribir, aclarás más que solo tus ideas: conectás con lo que sentís.
3. Empezá con decisiones pequeñas
A veces nos cuesta decidir porque perdimos confianza en nuestra capacidad de elegir. Elegí algo chico hoy: cómo querés terminar tu día, a qué decirle “no”, a qué sí. Cada acto de elección consciente te reconecta con tu poder interno.
4. Usá herramientas simples
- Matriz de decisiones: escribir pros y contras, pero también: “¿Qué gana mi bienestar con esto?”
- Visualización de escenarios: imaginá qué sentís al vivir cada opción durante 30 días. El cuerpo también habla.
5. Conectá con tu intuición
La intuición no es mágica: es la inteligencia emocional hablándote bajito. Para escucharla, necesitás silencio. Cerrá los ojos. Preguntate: ¿qué me haría sentir en paz?
La respuesta no siempre es la más lógica, pero suele ser la más verdadera.
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Decidir no es elegir perfecto, es elegir desde vos
Tomar decisiones no debería ser una tortura. Pero cuando acumulamos cansancio, autoexigencia y miedo al error, lo que debería ser un acto de libertad se convierte en una carga.
Este artículo no tiene como fin decirte qué elegir. Solo quiere recordarte que saber decidir no es tener certezas, sino tener conexión interna.
Y eso se puede cultivar. Se puede entrenar. Se puede recuperar.
Decidir desde vos es una forma de volver a tu eje. Y ese acto, aunque parezca pequeño, puede cambiarlo todo. 🥰